Aunque hoy sea lunes, creo que los domingos serán el día que
me obligaré motivaré para postear en el blog.
Los domingos por la tarde, que a algunos nos resultan melancólicos, aburridos, desesperantes, agobiantes, y que te preparan para la nueva semana. Esas horas que pasan y pasan, y que si no tienes nada que hacer quieres que vayan rápido, aunque así llegue antes el lunes...
Y es que a mi los domingos por la tarde me gusta quedarme en casa, no me gusta comprometerme a hacer nada, ya que aunque aborrezca esas horas que pasan, sean lentas o rápidas, las necesito. Necesito unas horas entre limpiar el piso y ponerme en la cama, para darme cuenta que otra semana a pasado, y coger fuerzas para la que llega.
Por eso, por esta razón creo que los domingos pueden ser un buen día para ponerme delante del ordenador y preparar algo para el blog.
Empecé esto con muchas ganas, aunque sabía que me costaría mantenerlo activo, ya que por naturaleza soy una persona poco comprometida con las cosas que me incumben a mi... como ir al gimnasio, seguir una dieta, o como dicen ahora pautas de alimentación sanas, empezar un proyecto y acabarlo antes de empezar cuatro más, o actualizar mi blog. Si, así soy yo, y de alguna manera también empecé este blog precisamente por esto: por mantener un orden dentro de mi caos. Poder ordenar fotos, ideas y proyectos en algún sitio. Y este es.
Me gustaría pensar que he tenido el blog abandonado por culpa de algunos proyectos que me han tenido bastante ocupada, como el que enseño hoy, pero no es así, ya que los regalos siguen llegando tarde a sus destinatarios, y sigo teniendo la lista de DIY a petar...
Los domingos por la tarde, que a algunos nos resultan melancólicos, aburridos, desesperantes, agobiantes, y que te preparan para la nueva semana. Esas horas que pasan y pasan, y que si no tienes nada que hacer quieres que vayan rápido, aunque así llegue antes el lunes...
Y es que a mi los domingos por la tarde me gusta quedarme en casa, no me gusta comprometerme a hacer nada, ya que aunque aborrezca esas horas que pasan, sean lentas o rápidas, las necesito. Necesito unas horas entre limpiar el piso y ponerme en la cama, para darme cuenta que otra semana a pasado, y coger fuerzas para la que llega.
Por eso, por esta razón creo que los domingos pueden ser un buen día para ponerme delante del ordenador y preparar algo para el blog.
Empecé esto con muchas ganas, aunque sabía que me costaría mantenerlo activo, ya que por naturaleza soy una persona poco comprometida con las cosas que me incumben a mi... como ir al gimnasio, seguir una dieta, o como dicen ahora pautas de alimentación sanas, empezar un proyecto y acabarlo antes de empezar cuatro más, o actualizar mi blog. Si, así soy yo, y de alguna manera también empecé este blog precisamente por esto: por mantener un orden dentro de mi caos. Poder ordenar fotos, ideas y proyectos en algún sitio. Y este es.
Me gustaría pensar que he tenido el blog abandonado por culpa de algunos proyectos que me han tenido bastante ocupada, como el que enseño hoy, pero no es así, ya que los regalos siguen llegando tarde a sus destinatarios, y sigo teniendo la lista de DIY a petar...
En fin.
Pues resulta que Valentina nació el 15 de febrero, pero
hasta hace un par de semanas no
recibió el regalo de sus tietas. Y eso que Dana y yo nos embarcamos en la idea
a finales de verano! Pero bueno, primeramente la distancia entre ella y yo
(Dana vive en Berlín) hizo que no se pudiera juntar el trabajo hecho hasta reunirnos por navidad,
y después aun quedaba todo el acolchado...que es un currazo!
Compramos los tejido en una tiendecita monísima del barrio
de Friedrichshain en Berlín, el agosto pasado cunado fuí de vacaciones.
Estábamos súper emocionadas con nuestra idea! Una mantita de patchwork, con unos tejidos preciosos, cada
una hacía una parte, a su manera, y luego las juntaríamos para formar una mantita reversible
:D
Y así lo hicimos, cada una en su ciudad, cortando cuadritos
de los tejidos que a medida que íbamos juntando, íban ellos contando
historias para dormir a Valentina...
..la del monito que quiso conocer a caperuzita roja... la de
la manada de elefantes rosas que consiguen encontrar la selva y a todos sus
habiantes... la del niño que quería ser pirata y se encontraba un barco de
gatos pirata... o la del dinosaurio que quería ver a las estrellas...
La verdad es, que hacer una cosa así a 2 horas y media de distancia en avión, hace que inevitablemente surga algún que otro problemilla contratiempo. Y así fue. Cuando Dana vino a casa por navidad (siempre lo hace, es como el turrón), nos dimos cuenta que habíamos tenido un problema solo en el momento de plantear la idea: no nos habíamos entendido en el tamaño (ejem) y mi trozo era el doble que el de Dana, o el suyo la mitad que el mío...el caso fue que Dana se volvía a Berlín y yo prometí arreglarlo. Y así lo hice! claro, al final ha quedado cada lado distinto , que era lo que nosotras queríamos. Al final La mantita quedó genial, llena de detalles que la hacen especial y única.
Fueron muchas horas cosiendo y cuando porfin coseguimos acabar (con una noche de
manta-pijama party en mi casa con Dana incluida), le preparamos una cajita cuqui con pompones y se la dimos.
Y aunque dicen que al dar un regalos es más placentero
para el que lo da que para el que lo recibe.. sé que a Clau y a Valentina les
encantó la mantita, y que inventarán muchísimos cuentos más para ir a dormir..
we ♥ Valentina